Este verano, cuando los turistas y los lugareños acudieron en multitudes a las costas de Imperial Beach y Coronado, muchos se enfrentaron a una difícil decisión: nadar o no en aguas que, según los nuevos carteles, “pueden contener aguas residuales”.
Los funcionarios de salud pública del condado de San Diego han decidido por el público por décadas. Los carteles amarillos y rojos han claramente indicado a la gente que se mantenga alejada del agua como consecuencia de la contaminación de Tijuana, que habitualmente se vuelve café y apestosa.
Sin embargo, los nadadores, campamentos de surf y programas de salvavidas juvenil han tenido que tomar esa decisión por sí mismos desde el fin de semana del 4 de julio, cuando las autoridades empezaron a colocar las nuevas señales azules de “advertencia” en su lugar.
“Mi marido pensó que estaba bien”, dijo Linda Beals de 51 años de Cincinnati (Ohio), sentada en la arena frente al Hotel del Coronado el miércoles mientras debatía si darse un chapuzón. “Pero no quiero volver a casa con una infección”.
Entonces, ¿que tan contaminadas están las playas de la bahía sur cuando se colocan esas nuevas señales?
La respuesta es complicada. Aunque los expertos y los funcionarios locales coinciden en que el agua probablemente no esté más sucia que en años anteriores.
La situación comenzó después de que el condado pusiera en marcha una nueva prueba de calidad del agua a principios de mayo. La tecnología utiliza el ADN, en lugar del tradicional “método de cultivo” en el que los científicos examinan las muestras de agua para detectar el crecimiento bacteriano en un laboratorio.
La nueva prueba comenzó a mostrar niveles de bacterias que tomaron a los funcionarios por sorpresa. Algunos, como el alcalde de Imperial Beach, Serge Dedina, y la supervisora del condado, Nora Vargas, decidieron no meterse en el agua, en parte para dar un buen ejemplo a los residentes. Otros dirigentes no se han dejado disuadir.
“Cuando In-N-Out añadió el recuento de calorías a su menú, no cambió lo que había en su hamburguesa, sólo dio a los clientes más información sobre lo que había en su comida”, dijo la supervisora del condado Terra Lawson-Remer, cuyo distrito incluye Coronado.
“Como san dieguiña nacida y criada y ávida surfista, si la categoría de advertencia está en vigor pero las olas son realmente épicas, probablemente voy a seguir surfeando”, añadió.
Las pruebas de ADN desencadenaron inicialmente una serie de cierres de playas y señales amarillas y rojas en toda la bahía sur. Los alcaldes de Coronado e Imperial Beach se opusieron rápidamente a que se cerraran sus costas de forma tan brusca, sobre todo porque las pruebas realizadas con el antiguo método de cultivo mostraban que las playas cumplían con las normas sanitarias estatales sobre bacterias.
La pregunta se planteó repetidamente: ¿Es la nueva prueba demasiado sensible?
San Diego es el primer condado costero del país que establece una prueba de calidad del agua aprobada por el gobierno federal con tecnología de ADN.
Dado lo inédito de la situación, algunos expertos se preguntan si el umbral autoimpuesto por el condado sobre lo que constituye un nivel peligroso de bacterias se fijó demasiado bajo al desarrollar la prueba de ADN. A diferencia del método de cultivo, la nueva tecnología puede detectar bacterias incluso si están muertas o dañadas.
“Creo que hay que recalibrar la prueba”, dijo Falk Feddersen, profesor de oceanografía en el Instituto Scripps de Oceanografía de la Universidad de California en San Diego, que ha trabajado con el condado en la identificación de fuentes de aguas residuales procedentes de México. “Estas bacterias que analizan no son bacterias patógenas”.
Los funcionarios de salud pública del condado aún no se han ofrecido a afinar la prueba, un proceso que sólo podría “llevar unos meses”, según los reguladores de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.
“La justificación del umbral revisado tendría que estar respaldada con el mismo rigor científico que el umbral que se utiliza ahora mismo”, dijo la agencia en un correo electrónico.
En lugar de ello, los dirigentes del condado respondieron a las críticas levantando los cierres e instituyendo el nuevo sistema de advertencia. Los funcionarios han dicho que todavía se reservan la autoridad para restringir nadar por completo si las aguas residuales se pueden oler o ver en el agua.
El condado declinó múltiples solicitudes de entrevista para este artículo, pero dijo en un correo electrónico que cuando se colocan las señales azules, hay un “riesgo potencial para la salud pública.” El condado también proporcionó algunos detalles sobre su proceso de análisis, incluyendo que toma muestras del agua en las playas del sur de la bahía diariamente y en otras costas semanalmente.
La presencia de bacterias se considera un indicador de patógenos, como E. coli, Vibrio y salmonela, según los funcionarios. La exposición a estos agentes infecciosos puede provocar diarrea, fiebre, enfermedades respiratorias, meningitis e incluso parálisis.
La situación ha sido confusa para muchos, incluidos los salvavidas que ahora son responsables de colocar tres señales diferentes: amarilla para aguas residuales; blanca para bacterias pero no aguas residuales; azul para bacterias y quizás aguas residuales.
La situación es fluida, con letreros de cada tipo que suben y bajan cada semana.
“No sé exactamente por qué hicieron la señal azul”, dijo Jason Lindquist, capitán de los salvavidas de Imperial Beach. “Hubo una broma sobre añadir un cuarto letrero que dijera que el agua está limpia, pero no tengo espacio en mi garaje”.
Muchos amantes de la playa, especialmente los turistas, no han sido conscientes de la situación, como Guy George, que estaba de visita recientemente desde Sacramento. Dijo que no se había percatado del letrero azul situado a varios metros de donde él y su mujer se relajaban en la arena de Imperial Beach.
“Me imagino que los salvavidas nos avisarían si hubiera algún problema con el agua”, dijo este hombre de 75 años.
Los programas juveniles, por su parte, han estado muy atentos. En julio, la competición de salvavidas de los Cal State Games Jr. Lifeguard en Coronado se canceló a causa de las señales de advertencia, al igual que la competencia anual de natación en aguas bravas del 4 de julio. Del mismo modo, los programas de salvavidas juveniles han tenido que reubicarse.
El viernes, varias docenas de niños del Campamento de Surf del YMCA, al norte de Imperial Beach, volvieron a surfear tras un paréntesis de aproximadamente una semana. Cuando los jóvenes no pueden meterse en el agua, pueden participar en todo tipo de actividades, desde competencias de castillos de arena hasta tiro con arco, escalada y otros deportes.
Sin embargo, las inscripciones han disminuido y algunos han pedido que se les reembolse el dinero este verano, dijo Jamie Cosson, director ejecutivo del programa. “Muchos padres me preguntan: '¿Puedes decirme cuándo va a estar abierto?’”, dijo, “pero es realmente difícil de predecir, y esa es una forma muy difícil de hacer negocios”.
Mientras tanto, el alcalde de Coronado, Richard Bailey, dijo que las nuevas pruebas de agua no le disuadirán de jugar en las olas. “Si estaba bien el verano pasado, me siento muy cómodo de que esté bien este verano”.
Su ciudad había retirado casi todas sus letreros azules el miércoles por la mañana, aunque el condado no levantó oficialmente el estado de alerta de la costa hasta más tarde esa noche. Bailey dijo que no actuaron hasta que las pruebas mostraron que el agua era segura.
En el pasado, los cierres ordenados por el condado se produjeron en gran medida cuando la lluvia envió aguas residuales y escurrimientos contaminados por productos químicos a través del río Tijuana en el estuario de Imperial Beach y hacia el mar.
Los surfistas también se han quejado durante mucho tiempo de la contaminación del agua durante los meses de verano, pero no se documentó oficialmente hasta finales del año pasado. Fue entonces cuando Feddersen, de la Institución Scripps de Oceanografía, encabezó un estudio que utilizó un tinte especial para rastrear los penachos de aguas residuales que flotaban en la costa desde una planta de tratamiento de aguas residuales en ruinas a unos 10 kilómetros al sur de la frontera, en un lugar llamado Punta Bandera.
Los habitantes de Imperial Beach conocen el problema desde hace años. Pero pocos, o ninguno, se dieron cuenta de su magnitud. La EPA calcula ahora que la antigua instalación está vertiendo al día entre 25 y 35 millones de galones de aguas residuales, en su mayoría sin tratar, en el océano.
“Necesitamos que se tome algún tipo de medida de emergencia para solucionar lo de Punta Bandera”, dijo el alcalde de Imperial Beach, Serge Dedina. “Mira, si esto estuviera ocurriendo en Del Mar o La Jolla o Carlsbad, se habría arreglado ayer”.
La EPA ha elaborado un proyecto de 630 millones de dólares para frenar la contaminación transfronteriza. Una de las principales propuestas es desviar las aguas residuales que actualmente se bombean a Punta Bandera a una planta internacional de tratamiento de aguas residuales ampliada en la frontera de San Diego. La agencia ha puesto en marcha recientemente un estudio medioambiental que explora esa y otras opciones. Los proyectos podrían iniciarse en los próximos tres a cinco años.
México también está desarrollando planes para sustituir la instalación, conocida como la planta de tratamiento de aguas residuales de San Antonio de los Buenos, según los funcionarios de la EPA. Las autoridades de Baja California han prometido en repetidas ocasiones la construcción de una nueva planta, pero todavía no se ha materializado nada.
Los cierres actuales de las playas pueden seguirse en sdbeachinfo.com.
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