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«Plástico indispensable» es el mantra que se ha repetido y vendido como estilo de vida desde la Segunda Guerra Mundial. Lo que ha hecho que el plástico nos rodee por tierra, mar y aire de forma omnipresente. El problema con la gestión de estas necesidades ilimitadas es un plástico de usar y tirar que solo es la punta del iceberg, porque se degrada en partes más pequeñas, denominadas microplásticos, menores de cinco milímetros que llegan a todas partes, desde el Ártico a la Antártida. Nievan microplásticos en Siberia y caen en forma de lluvia en EE.UU. Los científicos encontraron más de mil toneladas métricas de partículas microplásticas en las gotas de las precipitaciones, el equivalente a más de 120 millones de botellas de agua de plástico.
«Cada niño en España orina todos los días plástico»
Es más, Nicolás Olea, catedrático de la facultad de medicina de la Universidad de Granada y un peso pesado en el estudio del plástico, afirma que «todo niño en España orina todos los días plástico, teniendo en cuenta que tenemos botellas de plástico, táperes o comida plastificada». Y cada español ingiere cinco gramos de microplásticos a la semana, el equivalente a una tarjeta de crédito, según un estudio encargado por WWF. Bebemos, comemos y respiramos microplásticos y cuando llegan a nuestro organismo hackea el mensaje hormonal. Se han hallado en la orina, heces y placenta. Tenemos ante nosotros un problema de enormes proporciones, de ahí la gran importancia de los que están trabajando en ideas creativas para reparar parte de los daños, pero como estos emprendedores afirman, al final muchos no tienen el respaldo para seguir adelante.
Actualmente hay siete islas de plástico circulando por los mares, que pueden tener el tamaño de Europa, y en el Mediterráneo la revista Science establecía que se han encontrado 1,9 millones de partículas microplásticas en un solo metro cuadrado. Y hay que tener en cuenta que España tiene casi 8.000 km de costa. Mientras que la ley sobre este tema es adoptada con retraso en nuestro país. Como sentencia la fundación Algalita, «solo nosotros producimos basura que la naturaleza no puede asimilar». Y el problema se agrava aún más a nivel global desde que China dijo en 2018 que ya no sería el vertedero de la basura plástica del mundo. Hay una alarma en la gestión del plástico.
Distribución y concentración
de residuos plásticos en los océanos
Concentración en gramos por km2
Océano Glacial Antártico
Fuente CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas)/ ABC
Concentración en gramos por km2
Océano Glacial Antártico
Fuente CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas)/ ABC
Los microplásticos pueden encontrarse en forma de microesferas de polímeros en cosméticos, pinturas plásticas, limpiadores abrasivos o productos de limpieza industrial. También en forma de fibras y fragmentos. Los fragmentos provienen de la descomposición de la basura de plástico, que se vuelve quebradiza y se descomponen al sol en vertederos y mares. Las fibras proceden de la ropa. En París, estimaron que entre tres y diez toneladas de fibras sintéticas se mueven sobre la superficie de la ciudad cada año, destacando así los microplásticos que respiramos.Y sobre todo, están en las prendas sintéticas, que en la lavadora emiten hasta 700.000 fibras microscópicas que terminan en el mar.
Por ello, marcas blancas de electrodomésticos como Copreci ha unido fuerzas con la startup PlanetCare, centrada en soluciones tecnológicas, que ha desarrollado un filtro que funciona en todas las lavadoras domésticas y para lavadoras comerciales, ya que la industria textil es una de las más contaminantes. Y Samsung, afirman sus portavoces a ABC, usan una característica única llamada EcoBubble, que permite a los consumidores limpiar su ropa de forma rápida y ecoeficiente, ya que genera una mayor cantidad de burbujas lo que ayuda a que el detergente penetre rápidamente en los tejidos y desprenda menos fibras.
En esta misma línea, el Grupo DAM, tal como afirma Silvia Doñate, la responsable de I+D+I, ha desarrollado nuevas tecnologías para la eliminación o disminución de microfibras en las EDAR (Estación de Depuración de Aguas Residuales). «En la planta piloto hemos incorporado un sistema de elutriación que permite la separación de los microplásticos por diferencia de densidades. Y llevamos a cabo el aislamiento de bacterias que degradan los polímeros en compuestos más simples», dice Doñate.
Otro problema es que en uno de cada seis peces comerciales que habita en aguas de la costa española contiene microplásticos en su estómago, según el Instituto Español Oceanografía (IEO). Lo ingieren confundiéndolo con comida, y el microplástico se mezcla con el plancton que es la base de los ecosistemas marinos. Además la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), también lo han encontrado en alimentos de origen marino como sal, moluscos (mejillones, almejas) y crustáceos (langosta, gambas y langostinos). La ONU ha afirmado que en 2050 habrá más plástico que peces en los océanos.
Conscientes de ello, el grupo español de diseño YUDesign de la UPV, creó una boya que absorbía los micropláticos del océano. Carles Hernández, coordinador de este proyecto denominado YUNA, reconoce que se enfrentaron a diversos retos, y ahora es el grupo Proluo el que está llevando a cabo un perfeccionamiento del mismo, y del testeo de los microplásticos. «La boya tiene unos filtros en los que se quedan atrapados los microplásticos. Y en su interior implementamos sensores para saber la cantidad que se iba quedando y cuando se obstaculizaba el sistema del filtrado. Eso nos indicaba cuando teníamos que ir a buscar la boya para hacer un análisis a nivel de laboratorio de los tipos de plástico, que permite saber si las industrias que están próximas están siguiendo la normativa de filtrado», apunta Hernández.
La necesidad del mercado eran las métricas para controlar los valores en cada región del mar de los microplásticos. Y con la IA a futuro se puede mejorar el sistema de sensores dentro de la boya y se optimizaría el tiempo de recogida de las muestras y mostraría los patrones que se dan para proteger el mundo marino. Hernández destaca que un proyecto que ha ido destacando desde 2011 es el del holandés Boyan Slat, que recibió el Premio Internacional Princesa de Girona 2020 por una tecnología que pretende acabar con los microplástico de mares y ríos. Creó una organización sin ánimo de lucro que hoy recauda 30 millones de dólares. La máquina The Ocean Cleanup de Boyat tiene forma de U, y consta de varios tubos con pantallas de nylon que forman un recolector gigante. Está equipada con sistemas anticolisión, cámaras, sensores y antenas satelitales que reúnen datos y comunican su posición.
En esta línea también destaca el robot Clean Dock, que es un sistema de recogida autónoma de residuos marinos, en el marco del Proyecto Mares Circulares de Coca-Cola. «Clean-Dock funciona con energía solar y está diseñado para recuperar microplásticos marinos. Ha sido creado por las empresas asturianas Blue and Green Environment Solutions y Semillas del Cantábrico», dice Carmen Gómez-Acebo, responsable del proyecto de Mares Circulares. El robot consta de un sistema de filtración que succiona agua y retira los microplásticos que la contaminan, sin afectar ni a las algas ni a la fauna marina. No deja huella de carbono. Filtra 120 litros de agua por minuto. Y al trabajar en puertos evita que los residuos lleguen a alta mar.
A estas cuestiones se suma que una investigación impulsada por la asociación de Orb Media y la Universidad Estatal de Nueva York analizó el agua embotellada y concluyó que el 93% de las mismas contenían microplásticos. Otra mala noticia es que también está en el agua del grifo, de las 159 muestras en cinco continentes, el 83% contenía microplásticos. Este bien básico a su vez se usa en muchos de los alimentos que comemos a diario, como el pan, la pasta o la sopa. Y se ha encontrado en la leche y la carne. Ethel Eljarrat, investigadora del IDAEA-CSIC en Barcelona, afirma: «Lo que creemos es que la contaminación se produce desde la estación potabilizadora hasta que llega a nuestras casas. Todos los conductos por los que circula el agua potable son conductos de PVC, que deben estar liberando plastificantes».
Asimismo las aguas con microplásticos cuando llegan a las depuradoras no consiguen retener todo el microplástico y pasa a los canales públicos. El microplástico también queda en los fangos residuales de las depuradoras, que se usan después para fertilizar los campos, con lo cual se contaminan los suelos agrícolas». Bruselas ya alertaba en 2018 de mil puntos negros que depuran mal las aguas residuales en España. Todo ello ha hecho que surjan propuestas para atajar el problema de las aguas residuales desde distintos ángulos, como el proyecto pionero, de Global Omnium y la empresa Bioferric Ink, que usaba micropartículas magnéticas con un recubrimiento que captaba los microplásticos de aguas residuales para evitar su descarga al medio ambiente.
Adrián Nadal López, cofundador de Bioferric Ink, señala que captaban más del 95% de los microplásticos, pero «el problema fue de financiación para seguir con el proyecto. El vertido de microplásticos no preocupa porque no está ampliamente penalizado. Otro problema eran los microplásticos presentes en los lodos, donde hay mucha materia orgánica, y con esta técnica se extraía todo. No éramos capaces de separar las partes».
Otra idea que sí se está aplicando es la de Alfa Laval que financió una planta piloto de biorreactor de membrana, este sistema separa sólidos del agua mediante membranas de filtración. La planta ayudó a la investigación, multiplicando por 50 la concentración de los sólidos suspendidos en el agua retenida para que pudieran estudiarse. Y Aimplas desarrolló el proyecto Microplast, con la participación de Aguas de Valencia y la Universitat de València. Permitió el desarrollo de una metodología para la detección y cuantificación de microplásticos. Y tecnologías de tratamiento de aguas residuales con filtros de arena o carbón por membrana.
Una solución disruptiva es la que ha venido de investigadores de Indonesia con la eliminación de microplásticos del agua con el uso de ultrasonidos. Estos empujan los microplásticos hacia el centro de la corriente en una tubería, donde pueden filtrarse. Algo similar tiene la UPV, que ha utilizado ultrasonidos en la frecuencia de 80 kHz, con lo que han logrado retirar hasta un 48 % de los microplásticos presentes en los conflictivos fangos residuales.
Eljarrat, del IDAEA-CSIC, detalla que en relación a los microplásticos lo importante es que estamos expuestos de continuo a este tipo de partículas. Y normalmente se olvida hablar de los aditivos químicos que se añaden al plástico y que pueden constituir el 50% del peso del material y le dan sus características. Y destaca que los microplásticos están especialmente en el aire y eso se puede achacar a que uno de los principales contaminantes son las ruedas de los coches que llevan fragmentos de plásticos que con el rodaje se liberan.
«Hay muchos compuestos que han sido prohibidos y vemos que sus sustitutos, y es lo más alarmante, tienen una toxicidad similar al de su antecesor, con lo cual se están poniendo parches. Las repercusiones no se ven de forma inmediata, si no que su toxicidad es crónica por exposición en dosis pequeñas y continuas, y una de las preguntas pendientes es si estos microplásticos son capaces de llegar a nuestro cerebro», apunta Eljarrat.
Son amenazas a las que trata de dar respuesta propuestas tan disruptivas como la de Juan José Álava, investigador de Institute for the Oceans and Fisheries, que habla de usar «aspiradoras vivientes», que son bacterias que pueden eliminar más plástico del que acumula su cuerpo, y que se pueden mejorar y estimular paraque lo descompogan. Pero los proyectos innovadores tienen sus limitaciones. Algunos de los emprendedores españoles con los que hemos hablado inciden que no hay una preocupación generalizada por esta cuestión en España, y el doctor Olea recalca que la prohibición del bisfenol A ha llegado recién con la ley 7/2022, del 8 de abril. Mientras que en otros países ya estaba prohibido desde 2012.
«El bisfenol A es un componente estructural del plástico, está en los bidones de agua que se usan en las oficinas como expendedores y en los biberones hasta el año de 2011. También está presente en esa película de los revestimientos interiores del 99% de las latas. A veces es blanco o del mismo color del metal», apunta Olea. La peligrosidad no solo está en los microplásticos, sino también en sus componentes, Algunos estudios señalan al bisfenol A como responsable de muchas enfermedades modernas: cáncer de mama y próstata, obesidad, diabetes, tiroides, hiperactividad, infertilidad...
José Luis de la Cruz, director de Sostenibilidad de la Fundación Alternativas apunta, que «la nueva ley de residuos viene como trasposición a la directiva europea y llega con retraso. Y en Bruselas está en revisión el Real Decreto de envases y embalajes, hacia final del año, y afectará al plástico».
Eljarrat destaca que «los microplásticos se están transportando a largas distancias, eso nos indica es que la solución a este problema no es local, sino global, «de nada sirve que un país solucione el problema si el colindante no lo hace y el aire transporta los microplásticos a nuestras regiones». Olea puntualiza «los jóvenes están expuestos por todas las vías, dermatológica, aérea, digestiva a derivados del petróleo, en forma de plástico. Son generaciones hijos del petróleo y las consecuencias». Hablamos de un caballo de Troya preocupante y silencioso.
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