Desde los años 50 en Medellín se habla de sanear el río. Por esos días las aguas residuales de los hogares y las industrias se descargaban a la quebrada más cercana que tuvieran. Esto convirtió al río Medellín en una cloaca nauseabunda que nadie quería tener cerca.
Fue este el motivo para que los dirigentes de la época concibieran una visión a largo plazo para el tratamiento del afluente más importante de la ciudad, que se empezó a materializar con obras en los años 60 cuando se construyeron las primeras redes de alcantarillado público.
“Los que tenemos más experiencia aún podemos recordar a qué olía el río Medellín hace años en una época de verano”, expresó Santiago Ochoa Posada, vicepresidente de Agua y Saneamiento de EPM.
Actualmente, el Plan de Ordenamiento Territorial de la ciudad determina al río como el eje a partir del cual se debe desarrollar el crecimiento en el territorio.
Es por ello que, previendo la expansión urbanística e industrial actual en Medellín y los demás municipios del Valle de Aburrá, EPM presentó los avances en las obras de modernización y ampliación en su planta de tratamiento de aguas San Fernando.
“Demostramos que se puede hacer un plan de saneamiento para una ciudad como Medellín y toda su Área Metropolitana apoyado exclusivamente en las tarifas que pagamos los usuarios”, resaltó Ochoa Posada.
Hoy a la planta ingresan en promedio entre 1,3 y 1,4 metros cúbicos de agua por segundo y entre 8 y 9 horas tarda el proceso de tratamiento.
Estas acciones evitan la descarga de 140 toneladas diarias de materia orgánica al río de Medellín.
Las redes de alcantarillado de EPM, que según datos de la empresa son cerca de 4.600 kilómetros, además de recolectar y transportar los vertimientos, han permitido el saneamiento de 80 quebradas en el Valle de Aburrá que desembocan o tienen influencia en el río Medellín.
La planta San Fernando, ubicada en el punto de conexión entre Itagüí y Medellín, opera desde el año 2000.
Entre noviembre de 2016 y mayo de 2018 se llevó a cabo un proyecto de modernización allí que costó $45.000 millones.
El tratamiento de las aguas residuales que ingresan se divide en tres procesos: primario, secundario y final.
La modernización está asociada al proceso inicial del tratamiento, es decir, el primer filtro que atraviesan las aguas residuales al ser recibidas.
“Lo que se buscó fue mejorar la remoción de residuos sólidos (piedras, gravas, arenas) que vienen en el agua”, explicó Juan Carlos Herrera, del área de proyectos e ingeniería de EPM.
Esto, con el fin de que esos residuos afecten en menor medida la vida útil y el desgaste de los equipos que intervienen en ese proceso primario.
Asimismo, estas obras permiten optimizar la operación del sistema, ya que según Herrera, “anteriormente estábamos obligados cada 20 o 25 días a tener que hacer suspensiones de planta para poder remover ese material de forma manual”.
Fueron construidas herramientas como trampas de gravas, sistemas de cribas (herramienta que ayuda en la separación de materiales), además de un complemento y una ampliación al sistema de desarenadores, que son el paso final del tratamiento.
Cerca de 100.000 metros cúbicos de tierra abarca la expansión de San Fernando. Para la construcción de nuevos tanques y estructuras se utilizaron 13.000 metros cúbicos de concreto.
Se construyó un cárcamo de bombeo, un gran tanque de concreto con forma cúbica, al que se le instalaron cuatro bombas que trabajan en alternancia, no todas simultáneas.
Nelson Ruiz, interventor del proyecto de ampliación, explicó que “luego de tener el agua en el cárcamo de bombeo, se lleva a un sistema que hemos denominado tanque reactor Bio-P, que tiene unas condiciones especiales antes del tratamiento final”.
“Esperamos en diciembre de este año tener ya operando esta ampliación del sistema”, afirmó Ruiz. La ampliación responde a la necesidad de mejorar el proceso secundario de tratamiento de aguas, paso intermedio del ciclo.
Los nuevos tanques y herramientas, ayudarán en la eliminación de residuos a partir de bacterias que remueven químicos como el fósforo.
“Es un tratamiento biológico con el que pretendemos remover la mayor parte de la carga contaminante”, dijo Andrea del Pilar González, experta en procesos de EPM.
Gracias al uso de estas bacterias, más del 80 % de la materia orgánica que entra a través de las aguas residuales es eliminada.
Estos tanques del nivel secundario del proceso, se complementan con unos sedimentadores (clarificadores) finales, que ayudan a decantar algunos materiales pesados como metales y otras sustancias, para posteriormente llevar el agua a su vertimiento.
$180.000 millones se invirtieron en los trabajos de modernización y ampliación en la planta de tratamiento San Fernando, que busca sanear el río Medellín y prever los vertimientos futuros.
La planta San Fernando tiene, además de una línea agua, otra de lodos. El proyecto de modernización a su vez ha permitido tener una mejor condición de esta materia, que representa un beneficio energético, ya que con esta se produce biogas. 45 % de la energía que se consume en la planta se produce ahí mismo a partir del biogas, lo cual reduce el costo en la tarifa de servicios públicos para los usuarios y hace sostenible la planta. El lodo se procesa en digestores (estructuras de gran tamaño en forma de huevo). En la actualidad se está construyendo otro huevo de ese tipo para ampliar más la capacidad de tratamiento de lodos, que también aumentará debido a su expansión.
La comida, el cine, el rock y el deporte como características inherentes a mí. Prefiero las historias contadas desde quien las vivió, no de terceros. Comunicador y periodista en formación de la Corporación Universitaria Lasallista.